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Días perros, octavo Deslizamiento de Álvaro Bisama

Columna sobre la obra de Federico Gana:

Días perros, octavo Deslizamiento de Álvaro Bisama

Publicado el 30/07/2014
"Con los años, he pensado que en este texto de Gana está la semilla del género policial chileno. "Un carácter" es la crónica de un crimen pero también el modo en que éste se despliega en el paisaje leyéndolo en clave"

Días perros

No he visto "Días de campo" de Raúl Ruiz. Creo que no me gustaría que la cinta me quite el recuerdo que tengo del libro de Federico Gana. Ese recuerdo es el de una lectura dulce pero cruel, pero es algo que puede perderse en la habilidad de Ruiz, que tiende a volver todo una obra personal, por más que se inspire en un texto ajeno. "Días de campo" fue el primer libro de Gana (que murió en 1926 y había sido diplomático, además de ser descendiente de Alberto Blest Gana) y fue editado en 1916 por Los Diez, esa especie de vanguardia anticipada donde participaron Santiván, Pedro Prado, Acario Cotapos y artistas como el fotógrafo Julio Bertrand, entre otros. Para saber de la vida de Gana, hay que remitirse al perfil que José Santos Gonzalez Vera incluyó en "Algunos" y que bien podía leerse como una comedia paulatina donde el autor de "Días de campo" (que compartía sastre con el rey de Inglaterra) volvió a Chile y fue perdiendo dinero y propiedades a la vez que se comportaba de modo ligero y generoso con los que lo rodeaban. Leída en clave, el perfil de González Vera hablaba de algo más que de Gana, construyendo una alegoría de cómo fue acabándose el siglo XIX y comenzando el XX y cómo el escritor pudo ser una bisagra entre ambos siglos.

Quizás eso puede ser leído en "Un carácter", uno de los relatos más célebres de "Días de campo". Se trata de un cuento que ha sido antologado varias veces. Publicado originalmente en 1894 y con otro nombre, el relato describe cómo un hombre detalla un asesinato que ha cometido. El hombre lo ha cometido para vengar la muerte de su perro, que era su único lazo con el mundo. Gana describe todo desde el final, al modo de un diálogo de un presidiario con el juez, en una especie de conversación que lentamente va volviéndose una confesión. Dice el hombre: "Soy solo, había recogido del agua a un perro que se estaba ahogando, y le di de comer y lo crié...Diez años vivimos juntos; y me acompañaba por los caminos a pedir limosna; y cuando no había qué comer, él no se separaba de mí hasta los días buenos (...) Sabía que una vez muerto él, nadie se acordaría más de mí, nadie jugaría conmigo, porque todos me odian y me desprecian".

En su alegato no hay culpa sino claridad. El asesino no tiene nombre y su violencia quizás proviene de la cercanía con la amenaza del olvido, como si la ausencia del perro significase la extinción de toda compasión, de cualquier posibilidad de empatía. Gana escribe todo desde una distancia extraña, no quiere comprender nada, solo dedicarse a exponer los hechos. La literatura, de este modo se convierte en la crónica de un espacio arrasado y vacío. Gracias a lo anterior, Gana hace que el texto deje de ser una mera viñeta, como si el destino de esa voz sea apagarse en lo indecible. La ausencia de nombres y el hecho de que el lugar donde transcurre el relato sea simplemente llamado X, permite que la anonimia aumente la condición ominosa del crimen, volviéndola una especie de tragedia sin sentido que da cuenta de la precariedad de los afectos y la soledad de la voz del personaje.

Con los años, he pensado que en este texto de Gana está la semilla del género policial chileno. "Un carácter" es la crónica de un crimen pero también el modo en que éste se despliega en el paisaje leyéndolo en clave porque hay un punto donde la confesión se acaba y lo que se despliega es el silencio y la imposibilidad de la comunicación. Acá Gana hace que este relato particular adquiera una densidad y se convierta en una fábula sobre cómo la experiencia no cabe en el lenguaje. Luego de confesar y explicarse, el hombre comienza a callar; hundiéndose en cierta mudez, que es la verdadera cárcel que Gana crea para él y que es lo que el lector retiene, más allá del asesinato. Dice el hombre: "Yo siento aquí (...) algo que nadie puede comprender. Yo sólo lo sé, y me lo guardo, y me callo. Y no diré más".